El pasado sábado inicié una capacitación en la filosofía seguridad vial Visión Cero impartida por la Estrategia Misión Cero, un esfuerzo de CEMEX por tomarse en serio la seguridad vial, luego de que uno de sus vehículos asesinara a Yoselín, mientras se trasladaba en bicicleta en junio de 2017.
Inicio esta columna aplaudiendo el gran cambio de la empresa cementera y que, a tres años de aquél accidente, continúan trabajando a favor de la reducción de hechos de tránsito en todo el país.
La Visión Cero, como lo explica Paco de Anda Orellana, experto en seguridad vial y promotor de esta filosofía de origen sueco, es ver la seguridad en nuestras calles desde un enfoque sistémico, en el que se entiende que las personas nos equivocamos y cometemos errores.
Y que las autoridades deben hacer cambios para que estos errores, que seguirán ocurriendo (¡no importa lo que hagamos!), no provoquen víctimas mortales o lesiones graves.
En otras palabras, un enfoque humano que toma en consideración nuestras limitaciones como seres humanos.
El éxito de esta filosofía bien aplicada se puede ver en la reducción de muertes y lesiones graves que han logrado países diversos, desde Suecia hasta Colombia.
Durante el taller de Estrategia Misión Cero, Paco de Anda fue muy explícito al decir que la visión cero no busca eliminar los accidentes de tránsito del mundo, sería negar nuestra condición humana.
Visión cero en otros temas sociales
Hace unos años, el gobierno del otrora Distrito Federal trajo como consultor estrella a Rudolph Guliani, ex alcalde de Nueva York, quien con una filosofía de “Cero Tolerancia” redujo sensiblemente los delitos que más aquejaban a las ciudadanas y turistas de la urbe estadounidense.
Sin embargo, la estrategia sólo llevó el problema lejos de la vista de turistas y ciudadanas, en cárceles públicas y privadas donde, sin programas de reinserción, las personas privadas de su libertad salían “más maleadas”, por ponerlo en términos llanos.
Me imagino la forma de llevar la visión cero más allá del tema de la seguridad vial e incluirla en otros temas sociales, ¿cómo sería la política pública del comercio en calle con un enfoque estilo visión cero?
Tomaríamos las realidades a las que siempre volteamos la cara, la desigualdad, la corrupción, la negación del derecho a la ciudad por clasismo, racismo, homofobia y otros lastres para trabajar en políticas públicas y estrategias que nos enseñen a compartir el espacio público.
Dignificaríamos la chamba de todas esas trabajadoras no asalariadas que han encontrado en la calle una forma de llevar el sustento a su familia, de ganar más de lo que ganarían en una empresa de, por ejemplo, don Ricardo Salinas Pliego.
Resignificaríamos la importancia del comercio ambulante para la vida en nuestras ciudades; generaríamos normativas que eviten que funcionarias(os) públicos abusen de su poder para convertirse en “líderes” después de haber conocido los entresijos de la administración pública.
Pero también permitiríamos que las y los comerciantes se agremiaran o tuvieran un “líder” que les ayude a gestionar permisos y les defiende ante los abusos de autoridad pues conoce de leyes; aunque con sus respectivas limitantes.
El enfoque “cero tolerancia” que nos regala imágenes como las de “Lady Tacos de Canasta”, la señora mayor llorando o un cementerio de 140 triciclos nunca acabará con las redes de corrupción pero sí afectará directamente los bolsillos de quienes han encontrado en esa forma legítima de trabajo, un ingreso.
Un enfoque “Visión Cero”, nos llevaría a entender que jamás erradicaremos una forma de trabajo con más de 500 años de antigüedad.
Incluso si eliminamos la desigualdad y la corrupción, pues ofrece más beneficios sociales que externalidades negativas (directamente relacionadas con la corrupción dentro de las administraciones públicas y policías). Y nos ayudaría a ser una sociedad un poquito menos clasista.