Aprovechando su reencuentro en Quito, un grupo de académicos y funcionarios mexicanos, recordaban su participación en las pasadas conferencias Hábitat, realizadas en Vancouver y Estambul en 1976 y 1996, respectivamente.
Texto: Mariana Orozco Camacho, directora de Infraestructura Urbana Básica SEDATU.
Hablaban de las leyes generales y las modificaciones que se impulsaron en ambas ocasiones; así como de los repetidos intentos por materializar una institución encargada de colocar a México en la vanguardia de las Políticas Públicas para «Hacer Ciudad».
Sin embargo, la conmemoración fue perdiendo ambiente cuando comenzaron a hablar de los logros del gobierno central en el quehacer diario para coordinarse con otras dependencias federales, gobiernos locales y ciudadanos a través de distintas leyes, planes y programas.
Ciudades mexicanas, caldo de cultivo para la corrupción
Hoy, a pesar de todos esos grandes esfuerzos, las ciudades de México son un caldo de cultivo de hostilidad, corrupción, improductividad, violación de derechos humanos, deterioro ambiental y social.
La esperanza volvió cuando se recordó que México llegó a Hábitat III con una nueva institución a cargo del tema, la Secretaría de Desarrollo Urbano, Territorial y Urbano (SEDATU); y con un nuevo marco normativo nacional en la materia. Nada diferente a los escenarios con los que asistió a Hábitat I y Hábitat II.
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Si ya en dichas conferencias se había propuesto encontrar una solución vinculante a las problemáticas presupuestales, de coordinación, de planeación, de implementación, de gestión social y seguimiento, con la creación de una secretaría federal y a partir de una ley general, y nada cambió.
Entonces ¿qué hacer para que nuestra generación sea diferente y llegue a Hábitat IV con resultados positivos, en medio de una sociedad consciente y triunfante por haber dejado atrás un modelo de desarrollo urbano autodestructivo? ¿Qué debemos hacer para que en un futuro reencuentro (en 2036) sea más que recuerdos, buenas intenciones, frustraciones o tristezas?
Aún no tengo la respuesta, intento identificar qué tiene nuestra nueva Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano que no se haya propuesto en la anterior, con todas sus respectivas reformas.
De la misma manera trato de imaginar las soluciones que dará SEDATU ante los recortes presupuestales que se ven venir y la complejidad institucional que estamos experimentando.
El respiro viene cuando me sostengo del recuerdo de que a esta conferencia, el gobierno federal no llegó solo.
Nuevos actores en el hacer ciudad
Tanto en la delegación oficial, como en el registro general, en los eventos paralelos y en Hábitat III Alternativo, se notó la presencia de diversas dependencias federales, legisladores y gobiernos locales; que tampoco se presentaron solos.
Resaltó una academia fuerte y articulada, un gran número de organizaciones no gubernamentales compartiendo conocimiento e iniciativas y señalando faltantes; así como diferentes movimientos sociales, colectivos, empresarios y ciudadanos a título personal impulsando sus proyectos en diversas áreas.
Y aunque la Nueva Agenda Urbana (NAU) se asumió sin compromisos vinculantes por las partes, sin financiamiento de por medio y sin sanciones para quienes la incumplan, bajo los ojos de la Virgen del Panecillo se tejieron nuevas redes y se consolidaron otras; se trabajó más allá de las asambleas y las cenas VIP.
Parques, universidades, calles y museos fueron testigos de alianzas y sedes de encuentros estratégicos; cada noche hubo un “networking event” distinto en los restaurantes, cafés y bares de la ciudad.
Las ciudades mexicanas nos recibieron de regreso recargados de la energía que da la mitad sur del mundo y felices por haber estrechado lazos entre los que amamos las políticas públicas y el quehacer urbano; llegamos decididos a intentarlo otra vez.
Dejamos atrás la frustración por las incongruencias de Naciones Unidas, por nuestro pabellón excluyente y por la ausencia de la Unidad de Inversiones de la SHCP, de FONADIN, SCT y los principales empresarios e inversionistas en el país; así como por el escuchar nuestras aún desarticuladas políticas ambientales, de energía, de salud, de turismo, de infraestructura y vivienda con las de desarrollo urbano, ordenamiento territorial y rural.
Volvimos convencidos de que nos toca hacer, señalar lo que se deja de hacer y apoyar a los que desde distintos frentes hacen.
Ante la complejidad urbana no hay otro camino que no sea la articulación y la integración de los distintos esfuerzos, yo concluyo estas ideas en mi viaje de regreso a casa y sus eternas escalas.
Las comparto y pongo a su consideración, retroalimentación y si es necesario destrucción, para juntos volverlas a construir con el objetivo de encontrar ese hábitat que nuestra especie necesita para seguir morando este planeta en equilibrio con las demás:
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Comunicar de manera asertiva la complejidad de los retos urbanos
Aunque cada vez somos más, aún somos pocos los que encontramos resonancia al hablar de gentrificación, escasez de recursos naturales, especulación, gases efecto invernadero, excesivo uso del auto, exclusión social. Debemos ser capaces de bajar de la nube de tecnicismos y discursos políticos que solos nos alejan de un gran número de aliados y ciudadanos.
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Colocar la inversión en donde se necesita y no en donde está el negocio para algunos pocos
Recursos hay, a pesar de la compleja situación presupuestal, cada día se anuncia una nueva obra por parte de alguna dependencia gubernamental o un privado. Toca eficientar los procesos colocando los objetivos y criterios de la NAU, las conclusiones de Hábitat III Alternativo y los Objetivos del Desarrollo Sostenible, en el centro de cualquier decisión y diseño; así como señalar y hacer contraloría social a los proyectos #antihabitat3 y #anti2030 que aún se promueven.
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Hacer más con menos
Si algo nos ha enseñado la sociedad civil, es que con escasos recursos se implementan soluciones innovadoras y cercanas a la gente. Es necesario implementar proyectos de bajo costo y alto beneficio; y dejar atrás la cultura de la obra de relumbrón para la fotografía, que sólo maquilla nuestras ciudades sin resolver, o en ocasiones empeorando, la problemática.
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Planear, documentar y monitorear las acciones, avances y retrocesos
Dejar atrás el vicio de planear durante tres o seis años lo que la siguiente administración desechará por haber sido conceptualizado por otra más. La visión urbana al 2030 ya está puesta, resulta necesario utilizar métodos serios, eficientes y eficaces; aprovechando y abriendo la información que desarrolla la academia y la que nos brinda la tecnología para disminuir costos y tiempos; así como para promover su utilización independiente de las cúpulas de poder.
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Incluir a todos en la construcción de la ciudad
No es sencillo lograr un consenso social, la participación de algunos privilegiados en las mesas y consejos consultivos no garantiza que las necesidades de todos los actores involucrados sean tomadas en cuenta.
Es necesario crear canales que hagan escuchar las voces de los usuarios más vulnerables, de las mujeres y de nuestros indígenas en primer lugar y recordando que hay muchos ciudadanos que no pueden, aunque quieran y deban, involucrarse en estos procesos, debido al mismo estilo y ritmo de vida urbano que hemos provocado.
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Profesionalizar el servicio público
Eso incluye señalar y actuar para desarticular las redes de corrupción, el nepotismo, el acoso sexual y la violencia de género, los chapulinazos y la dispersión de recursos hacia fines partidistas; así como el falso «servicio profesional de carrera» que incentiva la mediocridad en las oficinas de gobierno.
Es urgente contar con líderes, legisladores y funcionarios con capacidades técnicas y equipos que fortalezcan y busquen el bien público por sobre su beneficio particular, y que sean conscientes de que las políticas públicas las hacemos todos; no sólo las instituciones gubernamentales.
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Cuestionar los objetivos del actual sistema económico y proponer nuevos escenarios para el mercado y la política
Si existe un desequilibrio entre las ganancias de las corporaciones e industrias (inmobiliaria, petrolera, automotriz, de la construcción, entre otras), el poder adquisitivo de los ciudadanos y el valor de los recursos naturales, el bien común que hemos ambicionado como sociedades democráticas se diluye.
Es necesario sancionar a los privados que aumentan la desigualdad social y la injusticia espacial y hacer rendir cuentas a los gobiernos que perpetúan esas fallas.
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Innovar con nuestras acciones y propuestas
Es muy fácil hacer como que hacemos y creer que estamos haciendo. Resulta seductor hablar frente a un micrófono creyendo que decimos algo que nadie más ha dicho.
Los encuentros y acciones repetitivas que no llegan a más espectadores que los que ya se ha llegado y que no dan lugar a debates, acuerdos y seguimientos, son simulación.
Es necesario rechazar las zonas comunes y reflectores; controlar el ego para dar paso a acciones comunitarias sigue siendo uno de los mayores retos del ser humano.
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Visualizarnos en una sociedad mundial que padece los mismos problemas y que necesita soluciones distintas
Aunque las latitudes no sean las mismas, cada plática está llena de coincidencias en los desafíos que nuestras ciudades enfrentan.
Es necesario fortalecer las redes a nivel global, no sólo de gobiernos y academia, también de organizaciones, movimientos sociales y colectivos, y aprovechar los diversos medios con los que contamos para comunicarnos y crear nuevas formas de interactuar y acordar.
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No dejar de trabajar por más adverso que sea el panorama
Hoy más que nunca es necesario aceptar las sombras que como sociedad hemos propiciado y buscar esperanza hasta por debajo de las piedras. La solidaridad y la confianza en el otro nos mantendrá organizados y movilizándonos.
Espero de todo corazón que nuestro Congreso, las autoridades involucradas y los ciudadanos que empujamos y aceleramos la promulgación del marco normativo e institucional que hoy tenemos, continuemos trabajando en su implementación, poniendo en práctica los 10 puntos que comparto e incluyendo otros que quizás omito, con el único objetivo de impulsar el derecho a la ciudad de todas y todos los mexicanos.
El cómo no se encuentra si no haciéndolo, experimentando, documentando y mejorando.
Somos una generación que está harta del aparentar hacer. ¡Nos vemos en el 2036!