El Día Mundial sin Autos es un llamado a la conciencia: pone sobre la mesa cuestiones de profunda reflexión.
Texto: AG Ruiz
Lo que en su tiempo llegó a ser uno de los más importantes inventos nacido con la idea de facilitar nuestra vida, hoy en día ha puesto en tela de juicio su propia viabilidad.
Las distancias lo hacen indispensable, pero ¿cuál es el costo a pagar? ¿aumentar el sedentarismo a niveles casi ridículos?
Porque muchos hemos visto conductores que prefieren volver más caótico el tránsito con tal de detener su auto justo enfrente de la panadería para no tener que caminar unos metros.
¿Y la contaminación y el estrés? ¿otro daño colateral, otro mal necesario?
No cabe duda la gran utilidad que ha tenido el automóvil en los últimos 100 años, y no creo que su fin esté cerca, pero el auto también ha sacado a la luz mucho de lo peor de nosotros mismos.
Me refiero a que el uso del automóvil refleja siempre lo que somos y si no somos solidarios con los demás, nuestros hábitos de manejo así lo reflejarán.
Sin embargo una de las cosas que más ha dejado en evidencia el uso del auto es la indiferencia hacia el medio ambiente.
En ese sentido el auto se ha convertido en un instrumento para agregar problemas a nuestro vapuleado planeta.
Sí, el Día Mundial sin Autos es un llamado a la conciencia. Un día sin auto es apenas un respiro, pequeñito por cierto, pero lo importante es el impacto que tenga en nuestra conciencia.
Es motivar la reflexión y además la acción (pues la primera es nada sin la segunda) para encontrar alternativas saludables para todos, me refiero al planeta y a nosotros mismos.
Un planeta más limpio es el mejor legado que puede hacer nuestra generación. Porque en efecto, este planeta no es nuestro, lo hemos tomado prestado de las generaciones que vienen.
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