Saqueo trolebici

El saqueo al Trolebici entre 2016 y 2018

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De haberse ejecutado sería hoy la columna vertebral de la movilidad ciclista en la ciudad, una vía para cruzar de norte a sur con conexiones a otras cinco grandes ciclovías en uso. 

Pero ya es el cuarto año de espera y la habilitación de un carril bus-bici en Eje Central, con espacios diseñados para el rebase seguro y la accesible convivencia de todos los actores de la calle, dejó de ser un sueño de democracia directa sobre ruedas.

A punto de estrenar 64 nuevos trolebuses para la ciudad, el «fantasma» del Trolebici Accesible persigue a los nuevos funcionarios de la Semovi comandados por Andrés Lajous.

A principio de su administración –y por incesantes presiones ciudadanas– desclasificaron documentos que evidencian el saqueo de al menos 202 millones del Fondo Público de Atención al Ciclista y al Peatón, FONACIPE, que fue manejado a discreción y con sospechosa ineficiencia por funcionarios como los exsecretarios capitalinos de Movilidad, el hoy diputado federal sin partido Héctor Serrano, y el de Obras, el prófugo de la justicia Edgar Tungüí.  

Actual Semovi prefiere dar vuelta a la hoja

Aunque hay procedimientos abiertos en contra de tres de sus funcionarios, la nueva Semovi prefiere pasar la página y no dar paso a revanchismos. 

Recientemente se anunció el inicio de las pruebas operativas de los primeros 40 trolebuses chinos, de un parte sexenal de 500, que circularán en Eje Central a partir de diciembre. 

Incluso los autores de la propuesta, la Coalición Cero Emisiones integrada por Greenpeace, el Sindicato de Tranviarios, El Poder del Consumidor, Bicitekas AC, la Alcaldía de la Bici y el Frente de Organizaciones de transporte Colectivo y Alternativo FOTCA, prefieren ver hacia adelante y confiar que ya se está licitando la obra y está en marcha, como les prometió Claudia Sheinbaum en una de sus mañaneras.

«El trolebici comenzará con 32 km para este año, hasta donde tengo entendido ya está la licitación, van a estar trabajando a marchas forzadas desde diciembre, no creo que acaben, pero el chiste es que esa obra va porque va. 

“Cuando lleguen los  troles nuevos, por ahí de marzo abril, se van a estrenar con un carril trolebici. Esta cosa la ganamos porque la ganamos», asegura la alcaldesa de la bici Areli Carreón.

Sin embargo, aún hay necios que se preguntan ¿adónde realmente fueron a parar los millones que se consiguieron para el Trolebici Accesible? 

Revisamos los documentos transparentados por la Semovi y accedimos por petición de información a las tres auditorías que le hicieron al FONACIPE

Esta es la reconstrucción del saqueo de las arcas de la ciudad a través del subejercicio y los manejos opacos de los cientos de fideicomisos y fondos que el gobierno crea para gastar dinero fuera de la ley, como el del ciclista y el peatón que aún permanecen abiertos en instituciones bancarias. 

Fideicomiso del ciclista y el peatón, una caja obscura

Un modus operandi que incluye contratos bancarios ociosos, enredos legales, convenios de «colaboración» y simulación de obras para malabarear los millones depositados ilegalmente porque no se gastaron en tiempo y forma. 

La alcaldesa de la bicicleta de la CDMX Areli Carreón recuerda bien el 30 de diciembre de 2015 cuando en la Gaceta Oficial del Distrito Federal leyó que el decreto de Presupuesto de Egresos de 2016 erogaba 150 millones de pesos para que la Semovi creara el Fondo Ciclista y Peatonal de la Ciudad de México. 

Gritó de emoción, creyó que «ya había subido de nivel en el videojuego de hacer ciudad»; sintió esa adrenalina que explota cuando superas las trampas hasta que pasas a un nivel desconocido en el que debes estar alerta máxima. 

Pero no fue así. Areli pronto supo que no había pasado ningún nivel en el juego de la planeación urbana, había caído en el hoyo negro de los recursos públicos. 

La creación de ese fondo era una de las propuestas hechas por la asociación civil Bicitekas, incluida en el documento «Todo cabe en una calle sabiéndolo presupuestar», un estudio riguroso dirigido al entonces Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y a sus secretarios de Obras, Movilidad, Finanzas y de Transportes para hacer reasignaciones presupuestales para la movilidad urbana sustentable en el 2016.

Entre otras cosas se proponía empezar «por asignar 60 millones de pesos anuales exclusivamente para la red de trolebuses que se extiende por 203 km en los ejes de la ciudad y otros 140 millones para ciclovías e intervenciones de seguridad vial en intersecciones peligrosas y de alta confluencia peatonal». 

Con argumentos técnicamente precisos, la sociedad civil llamaba a sus gobernantes a comenzar «por nivelar el nivel de las alcantarillas y la superficie de rodamiento en Eje Central, colocar sellos asfálticos, señalizaciones y confibuses para hacer un carril bus-bici en los carriles de las líneas de trolebuses de Eje 2-2A y Eje Central».  

Ocho meses tardaría en ejecutarse toda la obra y el beneficio directo sería para los  poco más de 120 mil usuarios de ambas líneas, mismas que aumentarían su uso y su rapidez a un costo aproximado de 4 mdp/km de ciclovía y 2mdp/km de carril bus bici.

Un error de dedo, la primera trampa a vencer

Basados en este documento, los asambleístas aprobaron la constitución del llamado «Fondo de Atención para la Infraestructura Ciclista y Peatonal» en la Ley de Movilidad y se le dotó de 150 millones, pues se estimó que ése sería el costo total de la obra (7 millones para proyecto ejecutivo, 135.8 millones para la construcción y 7 millones para la supervisión de obra). 

Pero como el nombre no coincidía con el «Fondo Ciclista y Peatonal de la Ciudad de México» que aparecía en el decreto del Presupuesto de Egresos 2016, se detuvo no solo el ejercicio de los recursos sino su misma creación. 

Con tal mal augurio, finalmente un año después, el 15 de diciembre de 2016, se corrigieron los errores y nació el «Fondo Público de Atención al Ciclista y al Peatón, FONACIPE», operado por el Banco Interacciones (hoy Banorte) y cuyo Comité Técnico quedó presidido por el secretario de Movilidad Héctor Serrano.

Como vocales, el secretario de Obras y Servicios, Edgar Tungüí; el subsecretario de Desarrollo de la Movilidad, Alfredo Hernández Raigosa; el director general de Investigación y Desarrollo de Movilidad, Abel Rodríguez Zamora y los entonces secretarios de Medio Ambiente, Tanya Müller; el de Finanzas, Edgar Abraham Amador Zamora; y las subsecretaria de Egresos de Finanzas, Victoria Rodríguez Ceja.

Antes de acabar el 2016, en apuradas sesiones extraordinarias estos personajes alcanzaron a ponerse de acuerdo para aprobar un «plan de trabajo» y «resguardar» en la cuenta los 150 millones de pesos no ejercidos para que no regresaran a las arcas públicas de la ciudad, cantidad que aumentó 100 millones por la asignación presupuestal del 2017.

Así  al iniciar el 2017 un total de 250 millones de pesos estaban disponibles para construir al fin la anhelada obra en Eje Central, pero lo cierto era que el entonces secretario de Movilidad, Héctor Serrano, ya tenía otros planes. 

Así comenzó el saqueo al Trolebici

Las versiones estenográficas de las reuniones del comité del Fondo de Atención al Ciclista y al Peatón (FONACIPE) son entre todos los documentos desclasificados por la Unidad de Transparencia de la Semovi las que más ilustran lo que realmente pasó con el dinero del Trolebici.

El mediodía del 30 de marzo de 2017, en la primera reunión ordinaria del año del FONACIPE, estando presentes el presidente del comité Héctor Serrano y cuatro vocales (Edgar Tungüí de SOBSE, Alfredo Hernández Raigosa y Abel Rodríguez Zamora de Semovi y el secretario de SEFIN), comenzó el saqueo a las arcas del Trolebici.

De hecho, había iniciado el 26 de enero con la firma de un confuso y «no tan legal» convenio de colaboración entre la SOBSE y la SEMOVI, en el que ambas partes se delegaban entre sí la capacidad para proyectar, licitar, ejecutar y revisar la obra, pero en esta reunión se pedía a los demás miembros del Comité «hacerlo oficial» aprobando el acuerdo firmado por el secretario Héctor Serrano y el subdirector Alfredo Hernández Raigosa de la SEMOVI y por otra, el secretario Edgar Tungüí y el director general de Servicios Técnicos de la SOBSE, Francisco Reyes Rico.  

Entre otros puntos del orden del día, el secretario de Finanzas propuso «empezar el convenio de colaboración con SOBSE con base en el presupuesto de 2017 (100 millones de pesos)» y en cuestión de unas semanas, cuando Hacienda le diera permiso de usar los remanentes de 2016, usarían lo demás en lo que el Comité determinara».

Héctor Serrano intervino: «Nada más para precisar, nosotros tenemos ya presentado y proyectado una obra que empata con el tema del trolebús, la pregunta sería ¿podemos usar el recurso de 2017 para la obra y cuando se autorice el recurso del 2016 podemos ejercer los 100 millones que ejercimos del presupuesto de 2017 y puedan ser usados para otro tipo de proyectos?» 

La respuesta de la cabeza de SEFIN fue afirmativa: «Así es, todo quedaría, una vez que se den de alta los remanentes del 2016, todo queda en el presupuesto de 2017 y nada más se hace una modificación», dijo Edgar Abraham Amador Zamora. 

En realidad se necesitaron tres modificaciones o addendums para que, entre enero y julio de 2017, casi 237 millones de pesos del FONACIPE pasaran de Finanzas a Semovi y de ahí a la SOBSE en un retorcido baile de depósitos y «reasignaciones» presupuestales. 

Pero en ese momento las observaciones del secretario de Finanzas se aceptaron y tanto el presupuesto de 100 mdp del fondo, como el convenio de colaboración fueron aprobados.

El vocal Abel Rodríguez Zamora, director de Investigación y Desarrollo de la Movilidad de SEMOVI, celebró la aprobación del convenio intersecretarial porque dijo «avala plenamente la ejecución de la obra en cuanto a la calidad de los trabajos» e informó que había ya un proyecto ejecutivo concluido, «que fue licitado en el ejercicio del 2016» y que debía pagarse a costa de los recursos del 2016, curiosamente, a su propia dirección. 

Abel Zamora solicitó entonces que se transfirieran los 142 millones de pesos del FONACIPE, pero ajeno a lo que había dicho ya el secretario de Finanzas tuvo que ajustar sus cantidades sobre la marcha. 

Su jefe Héctor Serrano le aclaró: «Nada más que si vas a pasar los 7 millones serían 93 millones». La vocal de la fiduciaria intervino: «No, esos ya están en lo de 2016». El secretario técnico del Comité les corrigió a los tres: «No, quedarían solo hasta los 100 mdp». «¿En la primera etapa?», reviró Serrano.

Tras largos puntos suspensivos, Abel Zamora reaccionó: «Perdón, (son) 100 millones de pesos a la secretaría de Obras y Servicios para la construcción de la primer etapa de la ciclovía denominada Trole Bici en la Línea A del Eje Central». 

La primera transferencia de 100 millones de pesos del FONACIPE a la SOBSE se aprobó por unanimidad. Nadie objetó el pago a un proyecto llamado «ciclovía Trolebici» cuando la obra original se llamaba «infraestructura vial Trolebici Accesible». 

A nadie tampoco le extrañó que los funcionarios de la Semovi quisieran a toda costa descontar 7 millones de pesos de los remanentes para pagarse a sí mismos un proyecto ejecutivo supuestamente ya listo pero que no presentaban a los miembros del comité en el momento. 

Todo se aprobó sin comentarios ni objeciones. A las 12:10 horas del 30 de marzo, el presidente del comité del FONACIPE Héctor Serrano despidió a los presentes dándoles las gracias y esperando «que pronto tengamos el proyecto a través de Obras». 

Barril sin fondo

Una redacción confusa, con diferentes términos para referirse a una misma obra y la delegación absurda de facultades entre ambas secretarías es lo primero que salta a la vista cuando se revisa el controvertido convenio SOBSE-SEMOVI. 

Cuatro años y tres auditorías después sabemos que «no era un instrumento legal válido para transferir fondos del FONACIPE a SOBSE, por lo que al hacerlo se había incumplido con la Ley de Presupuesto y Gasto Eficiente del Distrito Federal». 

Pero entre su retorcida redacción resalta una anomalía: en junio del 2017 fue modificado para «que la SOBSE se hiciera cargo también del mantenimiento a la Ciclovía de Reforma en el tramo comprendido entre Flores Magón y Lieja». 

En total, 30 millones de pesos fueron transferidos del fondo ciclista a SOBSE para que comenzara la licitación de las obras, ¡y esas sí se concluyeron en tiempo y forma! ¿Cómo fue esto posible?

Cuando la Contraloría General de la Ciudad de México pidió reiteradamente explicaciones del subejercicio del FONACIPE a los funcionarios de ambas secretarías, estos se acusaron mutuamente de no haber recibido «en tiempo y forma» el proyecto ejecutivo ni los estudios de impactos ambientales. 

A pesar de que lo consignaron en actas notariales, como la que firmó el entonces Coordinador del Fideicomiso, Enio Abarca Castillo, quien en febrero de 2017 certificó haber recibido de la empresa Carma SA de CV «205 planos geográficos, 110 planos de señalización vertical, otros tantos de horizontal y la ruta crítica» y hasta haberle hecho correcciones. 

Esta empresa recibió 4 mdp en pago por este otro «proyecto ejecutivo». Un pago duplicado puesto que ya se habían autopagado en Semovi los 7.2 millones en diciembre.

Luego siguió la simulación. En reuniones extraordinarias los fondos del trolebici fueron transferidos de aquí a allá y según alcanzaron para construir  una «segunda etapa».  

Así, la obra que según el proyecto propuesto por Bicitekas AC sólo tardaría ocho meses en completarse terminó por estos artilugios «costando» casi el doble y existiendo solo en el papel. 

En tres años, el Trolebici Accesible nunca fue licitado ni ejecutado ni mucho menos supervisado.

¿Salvados por el temblor?

Héctor Serrano renunció a su cargo en la SEMOVI el 18 de septiembre de 2017 sin dar ninguna explicación sobre su proyecto «empatado con el tema del trolebici». 

A finales de 2017, el aún secretario de SOBSE, Edgar Tungüí Rodríguez dirigió un ofició al nuevo secretario de Movilidad Carlos Augusto Meneses Flores para explicar que «interrumpió» la obra del Trolebici Accesible programada para el ejercicio 2017 porque «derivado del sismo del 19 de septiembre la secretaría a su cargo se  enfocó en la atención a la ciudadanía». 

Hay evidencia de que el dinero lo transfirieron a su dependencia desde marzo del 2017, pero Tungüí  sostuvo que la complejidad del proyecto y el sismo detuvieron todo. 

Es curioso que en ese documento afirma que «procederá a devolver a la Secretaría de Finanzas los recursos por un monto de 202 millones 800 mil pesos», pero en otro oficio con el mismo número (CDMX/SOBSE/1325/2017), mismo remitenete y la misma fecha (26 de diciembre 2017) solo consigna 100 millones de pesos, 

Lo que,según la afectación 18334 del 31 de dicembre de 2017 que redujo el presupuesto de SOBSE en 100 mdp, finalmente hizo. ¿Dónde quedaron los otros 102 mdp que faltan de devolver?


Tungüí fue nombrado en marzo de 2018 Comisionado para la Reconstrucción, un puesto que ejerció y abandonó en medio de controversias por malos manejos de los fondos de asambleístas… y los ciclistas.

Sin posibilidad de sanciones

Si bien todos estos funcionarios incumplieron con el Programa Operativo Anual, cayeron en subejercicios y no atendieron las observaciones de los contralores «no puede suponerse que se robaron el dinero», dicen las nuevas autoridades de movilidad.

Podrían imponérseles multas de hasta el 11 por ciento del valor de la obra retrasada,  según el artículo 73 del Código de Procedimiento Civiles, de aplicación supletoria a la Ley de Auditoría y Control Interno de la Administración Pública de la CDMX, pero ninguna obligación de devolver los recursos, ni cárcel ni inhabilitación.

Si bien Lajous anunció que hay «procedimientos de responsabilidad abiertos en contra de funcionarios públicos de la Secretaría de Movilidad», Héctor Serrano sigue como diputado federal sin partido y columnista de El Universal. 

Edgar Tungüí tiene una orden de captura de la Interpol para que responda por los malos manejos de la reconstrucción. 

Alfredo Hernández Raigosa permanece cobrando como Enlace Institucional de la SEMOVI.

Y otros tres fondos con recursos públicos permanecen acumulando subejercicios, entre ellos el Fondo del Taxi que se llena de los pagos a la ciudad de UBER .

Cada vez que usted, ciudadano, se suba a uno de estos nuevos trolebuses que por ahora circularán «a prueba» en diversas líneas, deje que el fantasma del Trolebici Accesible lo espante y le sacuda el conformismo. 

Mientras se sienta en alguno de esos asientos exclusivos de mujeres con espacios para perros guía o lo aborda sin necesidad de escalones recuerde que la ciudadanía organizada convenció y hasta les hizo el trabajo y las cuentas a los diputados y funcionarios para tener una obra digna que alcanzara para todos. 

Cuando la hora pico lo agobie, no está de más recordar el nombre de los vivales en cuyos bolsillos, como si fueran verdaderos hoyos negros, se «perdieron» los sueños de democracia y movilidad de sus habitantes.

1 comentario

  1. […] pastel recreaba el tramo más céntrico de la utópica vía Trolebici Accesible con todo y Palacio de Bellas […]

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