Su físico no representaba al ciclista espigado que se corona en los puertos de montaña.
Más bien era el del sprinter que se lanza como bola de cañón al final de una etapa plana.
No parecía ciclista porque en realidad, Giuseppe Ticozzelli era un futbolista, un defensa difícil de pasar que había hecho su vida deportiva en la liga italiana entre 1914 y 1931.
La fuerza física de Giuseppe “Tico” era de reconocerse. Medía 1.87 m, pesaba 95 kg y tenía unos muslos de 84 centímetros de diámetro que ocupaba para detener al que osara pasar la defensa del Casale, el último equipo en el que jugó.
Hay pocas referencias de él en los blogs o libros de ciclismo en español, más bien se ha conservado como una leyenda entre los italianos.
Los cimientos de la leyenda
¿Pero por qué se hizo una leyenda si en esas épocas prácticamente el pelotón se conformaba de ciclistas amateurs que su principal profesión no era la de ser ciclistas?
Más allá de que sus muslos midieran 84 centímetros de diámetro, Tico era reconocido por lo que hacía con ellos.
En 1920 se coronó campeón con el Alessandría y participó en la goliza que le propinaron a Francia un 18 de enero, con un marcador de 9-4. En 1922 también fue campeón con el SPAL, equipo en el que además de ser jugador era entrenador.
Sostuvo un récord del saque de meta más largo: 75 metros. Dudas sobre su fuerza no habían.
Héroes de músculo y hueso
Un país que había sido asaltado por el terror de una guerra Mundial encontraba en los deportistas a héroes de carne y hueso. Giuseppe era uno de ellos.
La bicicleta había sido siempre atractiva para Tico, y en 1926 tomó la salida del Giro de Italia número 14, que tuvo inicio y meta en Milán, con un recorrido de 3,429 kilómetros dividido en sólo 12 etapas.
Aquí comenzó a cocinarse la otra parte de la leyenda. Giuseppe no pertenecía a ningún equipo, así que vistió con la camiseta del equipo de futbol que lo había fichado dos años antes: el Casale. Un jersey de color negro con una estrella blanca.
Por infortunio Tico sólo pudo terminar las primeras tres etapas (Milán-Turín, Turín-Génova y Génova-Florencia), pues en esta última fue arrollado por un automóvil.
Pero cuentan que en esos tres días no tuvo reparo para disfrutar del recorrido, la hospitalidad de los aficionados y el menú de los restaurantes que quedaban cerca de las carreteras por donde pedaleaba el pelotón. Gozó cada día.
La inscripción de una leyenda, con letras de oro
En 1935 Giuseppe “Tico” Ticozzelli se unió como voluntario al ejército italiano que participaba en la Segunda Guerra ítalo-etíope, donde perdió la vista durante un ataque.
Al regresar a Italia su pasión por el fútbol no cesó, pedía que lo acompañaran al estadio para que le narraran el partido, mientras él apoyaba al Alejandría.
Tico falleció el 3 de febrero de 1962 , a la edad de 68 años. Con medallas, recuerdos y hazañas que dejó para contribuir a la historia del deporte, del futbol y el ciclismo.