El regreso a las actividades económicas y sociales supondrá que las personas nos comencemos a mover nuevamente en las ciudades. La opción de hacerlo en motocicletas podría ser catastrófica.
Foto de apertura: Carlos Felipe Pardo en Flickr (CC by 2.0)
Se prevé un panorama sumamente complicado para el transporte público que ha quedado como el “patito feo” de la movilidad urbana por los problemas de aglomeración: parte de su naturaleza.
Habrá gente que no quiera subirse al Metro o a un microbús por temor a contagiarse, pero también la que no tenga mayores opciones. Al menos hasta hoy.
En la Ciudad de México el transporte público está funcionando al 25 por ciento de su capacidad, y de acuerdo a una entrevista que tuve con Rodrigo Díaz, subsecretario de Planeación de la Secretaría de Movilidad, no se quiere rebasar el 35 por ciento de ocupación al menos hasta la fase amarilla del semáforo para el regreso a la “nueva normalidad” (mediados de agosto).
Una situación muy desafortunada, pues es la forma de mover grandes cantidades de gente que menos impactos negativos tiene en el medio ambiente y en la economía personal.
La opción motorizada
La industria automotriz está con un ímpetu que raya en la ansiedad por recuperar las ventas que cayeron a causa del COVID-19. En marzo se desplomaron las ventas 25 por ciento en comparación al mismo mes del año pasado.
Sin embargo, comprar un auto como medida emergente ante la “nueva normalidad” no es lo más viable por más promociones que saquen al mercado la concesionarias.
Desembolsar 90 mil o 120 mil pesos por un auto de segunda mano no es fácil ni en pagos chiquitos, mucho menos ante una incertidumbre económica tan latente como la actual.
La que sí se asoma como una opción, más que económica barata, pero con nulas posibilidades de ofrecer seguridad a quien las conduzca, son las motocicletas.
Una moto se puede conseguir nueva, por menos de 20 mil pesos. Y con un consumo de gasolina mucho menor al del auto, podría ser la alternativa que tomen muchas personas.
Lo realmente peligroso, es que la motocicleta es altamente mortal.
Muerte de motociclistas a la alza
El informe más reciente sobre la situación de seguridad vial en México, publicado hace unos meses por el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes, con datos recopilados hasta 2017, revela una realidad catastrófica para lo usuarios de motocicletas.
De 2012 a 2017, la muerte de motociclistas tuvo un incremento del 72.5 por ciento. En 2017 fallecieron 3 mil 512 usuarios de motos; ocupantes de automóvil 5 mil 102.
“En el 2017, se registraron 24 mil 79 egresos hospitalarios por accidentes de tránsito, la mayoría de ellos correspondieron a motociclistas (10,396) y a ocupantes de vehículos (7,911)”.
Las muertes por motociclistas son las únicas que continúan a la alza.
Los egresos hospitalarios hacen referencia a las personas que salen de un hospital, ya sea con vida o muertas.
¿Salud o economía, qué elegir?
La pandemia por COVID-19 exaltó el dilema de elegir entre salud o finanzas sanas. Encerrarnos antes para evitar contagios suponía la quiebra de muchos comercios. Salir antes del confinamiento para rescatar la economía, supondrá una recaída y miles de muertes.
Si no se impulsa de manera seria la movilidad activa y no motorizada (infraestructura peatonal y ciclista), y se le da un soporte al golpeado sistema de transporte público, las consecuencias se verán reflejadas en la salud.
Bajar a la gente del transporte público para que ahora lleve un motor de combustión consigo, y el latente riesgo (estadísticamente comprobado) de morir, es una amenaza que se debe detener antes de que comience.
Hace falta ver propuestas legislativas para evitar una sobrepoblación de motocicletas como medio de transporte cotidiano.
Y hago hincapié que el problema no es la motocicleta como vehículo recreativo: turismo o deportivo. En el mismo reporte de CONAPRA se detalla que el 97 por ciento de los accidentes viales ocurren en zonas urbanas y sólo el 3 por ciento en carreteras.
En México no existe una Norma Oficial Mexicana (NOM) en asuntos de seguridad. Es decir, cualquier motocicleta, por más insegura que sea, se puede comercializar en el país.
Finalmente lo que le importa a Elektra y otros puntos de venta, es vender motos, no la vida de quienes las compran.
Estamos en un punto crucial. O mudamos a ciudades con movilidad sostenible o nos inundamos de motos y muertes viales.
[…] publicamos un artículo donde señalamos que la motocicleta es el modo de transporte con mayor tasa de mortalidad y el […]