gasolinazo

La solución al gasolinazo 2017 debe ser integral y colectiva

Compartir

El 2017 amaneció con los efectos de la reforma energética y hacendaria, que no había causado tanto dolor en los mexicanos hasta que les subieron el precio a la gasolina.

En el siguiente artículo, Mariana Orozco hace un repaso de las causas del gasolinazo y señala algunas propuestas de lo que podríamos hacer al respecto.

Texto: Mariana Orozco Camacho*

Foto: yeswecandoalmostanythingbybike

Sabemos que muchos de ustedes están molestos por el aumento en el precio de la gasolina, pero si les interesa un poco el medio ambiente, la sostenibilidad financiera del país y un estilo de vida responsable, les proponemos promover un debate informado sobre el tema y construir soluciones colectivas.

Y sobre todo ir más allá de los discursos populacheros de las distintas fuerzas políticas del país, que parecen no hacerse cargo de la gravedad de las circunstancias; y aprovechan cualquier coyuntura para posicionar a su partido frente a las futuras elecciones.

A nadie le gusta escuchar de impuestos agregados y de tarifas sin subsidios, sin embargo, para comenzar a construir soluciones alternativas de fondo es necesario conocer al menos tres cuestiones:

1. El costo real de la gasolina

El elevado costo para extraer petróleo, así como el complejo proceso de producción y distribución de la gasolina sigue siendo ineficiente, tanto para el gobierno mexicano, como para los privados involucrados; a pesar de la Reforma Energética impulsada en 2013.

Como ya muchos economistas mexicanos lo han dicho, el precio actual de la gasolina responde a la apertura del mercado en el sector energético, ya que resulta necesario mantener un precio competitivo.

También podemos hurgar un poco en internet sobre lo que economistas llaman “externalidades negativas” del combustible fósil que nos afectan a todos.

Es decir, con el precio bajo de gasolina y su correspondiente subsidio, desperdiciamos recursos, no solo en costear un proceso obsoleto e inoperante para obtener energía sucia (y hay quienes aún proponen construir refinerías en tiempos de cambio climático), también estamos destinando presupuesto federal en facilitar el transporte motorizado de los mas ricos y en tratar de resolver los daños en salud y calidad del aire que generamos nosotros mismos al quemar combustible fósil (gasolina).

2. La dependencia petrolera de las finanzas públicas

Desde 1983, nuestros gobernantes tomaron la decisión de depender del petróleo para tener recursos públicos.

Es decir, dejaron de cobrarnos impuestos y de diversificar las fuentes de recaudación; en su lugar se impulsó la obtención de capital federal a través de la renta petrolera prioritariamente.

En la actualidad México no ha sido capaz de incrementar la producción de petróleo, lo que ha reducido la abundancia de ingresos federales provenientes de hidrocarburos.

El aumento en el precio de la gasolina a través del Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS), es también una medida recaudatoria ante la situación presupuestal adversa que se vive en el país gracias al despilfarro, la ineficiente e ineficaz función pública y a la baja calidad en el diseño de nuestras políticas.

3. Los factores sociales y económicos que influyen en la demanda de gasolina

Nuestro desarrollo económico es cada vez más contaminante: los hidrocarburos siguen siendo la principal fuente de energía para movilizarnos y movilizar las mercancías que necesitamos.

El consumo de gasolina y diesel es la principal fuente de emisiones de CO2 en el país, dependemos de manera nociva de dichos combustibles debido a los viajes innecesarios y cada vez más prolongados, propiciados por el modelo de desarrollo urbano que impulsan las instituciones, el mercado inmobiliario y la industria de la construcción de nuestro país. ¿Les suenan desarrollos con nombres como Lomas de… o Campestre tal..?

A lo anterior se le suma  un obsoleto e ineficiente modelo de producción, distribución y consumo de alimentos y mercancías alejado de la sostenibilidad.

Esto podríamos cambiarlo con acciones tan sencillas como consumir frutas o verduras de tu región y de temporada, que exigen que se transporten desde lugares menos lejanos.

Comprar tus víveres a los productores de la forma más directa. ¿Te has preguntado cuánta energía es necesaria para llevar un paquete de arándanos deshidratados a un supermercado?

Incentivar la creación de industrias nacionales podría evitar que las mercancías se encarezcan por los traslados tan lejanos.

Si te mueves en bici y no consumes gasolina, cuando necesites comprar una llanta, por ejemplo, y ésta se fabricó en China, su precio vendrá compuesto, además de los impuestos de importación, de los gastos de traslados desde el puerto más cercano, al centro de distribución de tu zona y finalmente a la tienda de bicis de tu colonia. El costo de esa llanta sería menor si la fabricaran en tu misma ciudad.

Asumir responsabilidades

Es comprensible que una medida de este tipo cause escozor. Puede que se encarezcan la canasta básica y otros precios como resultado de una gasolina más cara, y que los recursos recaudados con el impuesto al combustible se destinen a las campañas electorales próximas.

Sin embargo, la inflación no llegará a más del 5 por ciento, según cálculos de la SHCP y Banxico.

Ante los posibles incrementos y desvíos de la recaudación, considero que hay que poner atención y exigir acciones al respecto, ya que en una sociedad tan dividida como la nuestra, no falta quien quiera hacer leña del árbol caído y obtener beneficio propio.

México requiere de ciudadanos y políticos que promuevan un desarrollo con mayor eficiencia y visión de largo plazo. Yo los invitaría, como sociedad, a escoger nuestras batallas, no podemos desperdiciar nuestra energía.

Los legisladores y militantes de partidos políticos de oposición deben recordar que las medidas de eliminación gradual del subsidio a la gasolina, las modificaciones al IEPS, la liberación de los precios de gasolina y diesel a partir de enero de 2017 y las Leyes de Ingreso de la Federación 2016 y 2017 fueron aprobadas por ambas cámaras, es decir, que ellos también participaron, y muchos de ellos las impulsaron. En esos debates no se promovieron soluciones y alternativas para mejorar el salario mínimo y el poder adquisitivo de los mexicanos, ni para mitigar la inflación o controlar el índice general de precios; mucho menos para la producción de energía limpia.

El poder ejecutivo debe dar una muestra de seriedad y compromiso ante la recaudación que se ve venir, y generar un mecanismo trasparente, a través del cual se destine una parte de los recursos a los gobiernos locales para la construcción, mejora y ampliación de infraestructura, mobiliario y operación de soluciones reales para disminuir el uso del auto y propiciar mayores viajes a pie, en bicicleta, en transporte público y la eficiente distribución de mercancías; así como un modelo de desarrollo urbano más inclusivo y estrategias para la producción, distribución y consumo sostenible de alimentos y mercancías.

De la misma manera debe garantizar que no se desvíen recursos para las campañas políticas del 2018 o terminen siendo recursos de “las cajas chicas” de los gobernadores a través del ramo 23 y 33, planear un presupuesto proveniente de diversas fuentes de recaudación y evaluar si el llamado “Presupuesto Base Cero” impulsado en 2015 ya ha rendido frutos.

Los empresarios del transporte deben dejar de basar sus tarifas en coyunturas políticas y atreverse de una vez por todas a debatir bajo criterios técnicos la prestación de servicios públicos.

La cómoda y privilegiada clase media-alta (clic aquí para saber si perteneces a ella) debe reflexionar si vale la pena organizar marchas y levantar la voz (aunque sea desde Twitter) ante el elevado costo de la gasolina, cuando en su momento se quejó amargamente de las personas que ocuparon las calles y ocasionaron caos vial con sus protestas por la reforma energética, hacendaria, fiscal y otras más. Además de muchas veces ser indiferentes a la crisis de derechos humanos, inseguridad, violencia, medio ambiente, repartición de la riqueza y corrupción de nuestro país.

Las crisis pueden ser oportunidades

Sólo un decreto presidencial podría dar revés a dichas medidas, sin embargo, estamos frente a una oportunidad única para impulsar la generación de energías alternativas, despetrolizar de una vez por todas las finanzas públicas mexicanas y comenzar a limpiar nuestro modelo económico.

Quizás una primera acción de tu parte sea dejar el auto para los fines de semana, realizar tus viajes de menos de cinco kilómetros en bicicleta y comenzar a usar el transporte público para los viajes más largos. Crearte hábitos de consumo local, conocer a los productores más cercanos a tu región y poner atención en las cosas que compras y si en realidad las necesitas.

Además de ahorrar ante el aumento de precio en la gasolina, te darás cuenta de una realidad que desde la comodidad del auto y el supermercado suele pasar desapercibida.


*Mariana Orozco es sicóloga por la Universidad de Guadalajara con especialidad en sicología social por la UNAM.

En SEDATU fue la encargada de conceptualizar e impulsar la creación de la Estrategia de Movilidad Urbana Sustentable a nivel nacional. En dicho periodo facilitó la creación del “Programa Presupuestario  de Impulso a la Movilidad Urbana” y la plataforma de capacitación en línea en Materia de Movilidad Urbana Sustenble CECI (Ciudad Equitativa, Ciudad Inclusiva).

También ha participado en diferentes procesos de gestión social, incentivando la participación ciudadana y la incidencia en políticas públicas.